Probablemente esté descubriendo América en el mapa, pero es que así son las revelaciones. Son cosas que Dios eja frente a tus ojos una y otra vez hasta que al fin logras observar lo que realmente tienes al frente tuyo.
En fin, discutíamos un capítulo del libro Reason for God de Tim Keller (altamente recomendable), "How can a loving God send people to hell?" Y mientras debatíamos en grupo sobre los argumentos del autor, una chica se preguntaba sinceramente cómo es qué la gente que no creía en nada más allá de la muerte encontraba un sentido a la vida. O los que no le encontraban sentido, ¿Por qué seguían viviendo?
Y así es como volvían a mí mis amigos, aquellos que creen, aquellos que no. Cómo muchas veces me he sentido desanimada a compartir a Jesús, ya que simplemente no les interesa. Y ahí fue cuando "me pegué el alcachofazo", realmente entendí. Yo pensaba que a quienes me enfrentaba era un grupo principalmente ateo, del cual yo no era parte. Pero resulta que finalmente eso pasa a segundo plano, cuando me veo enfrentada a la realidad de un mundo hedonista, que lo unico que busca es el placer propio, que no se pregunta ni reflexiona sobre las cosas que le son incómodas, porque precisamente le teme y evita el dolor. Y a pesar de que trato de escapar también soy parte de aquello y eso me hace vulnerable pero tambien me hace entenderlos mucho más.
Comprendo que es más fácil seguir las ideas predeterminadas de lo que está alla afuera, no hay energías para buscar un sentido, que vivir buscando la felicidad, la plenitud de vida, son los motores de este mundo. Pero simplemente no puedo quedarme callada, el haber conocido a Jesús me da una esperanza de vida eterna, de alegria en el ahora y plenitud en el todavía no. Qué a pesar de nuestra desenfrenada carrera para alejarnos del sufrimiento, éste es parte de lo que estamos hechos, y si he de dolerme y padecer quiero que sea por algo que valga la pena.
Pero estoy absolutamente perdida en claves para dialogar con un mundo hedonista. No desde afuera, sino desde adentro, desde la lucha con mi propio individualismo y egoismo. Mi anhelo es compartir a Jesús, señalar donde el se encuentra a quienes lo busquen. Pero la gente no busca nada. No se pregunta, que va a pasar mañana. Vivimos, Este y Oeste, Oriente u Occidente, Norte y Sur o como quieran dividir nuestro polarizado mundo, en una sociedad profundamente pragmática. Y Jesús, si bien es el camino, la verdad y la vida, no es el tipo de la pildorita mágica para solucionar todos los problemas de la existencia en un santiamén. Por eso es que me gusta la idea de enseñar literatura, porque puedes levar a la gente a hacerse preguntas. A cuestionar. A pnsar en que hay más allá y descubrir otros mundos.
Pero deben haber otras maneras. Me rehuso a que entreguemos un evangelio digerido y dilatado para que sea aceptable a quienes somos hoy, ya que estamos igual de perdidos que hace dos mil años. La gente que ha sentido un interés por otras espiritualidades o religiones ha tenido que investigar, estudiar, estar inmenrsos en los textos, en quienes eran las deidades etcetera. Siguen siendo muy pocos, igual que quienes quieren adentrarse en la aventura de saber quien es Cristo Jesús.
¿Cómo despertar ese deseo por ir más alla? ¿Cómo incentivar las preguntas y despertarnos de nuestra apatía hacia la vida?
A cada segundo veo más incercia.
Señor, guíame porque ante un mundo que se siente perfectamente bien consigo mismo y no quiere nada más que lo inmediato me siento negligente. Pero como siempre sucede, Tú te fortaleces en mi debilidad.
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