Sunday, March 31, 2013

La Fe Incompleta

De alguna manera, siempre renacen mis ganas de escribir alrededor de la semana santa. No se que será, pero algo hace click! y logro articular una reflexión con motitas de pensamientos inacabados durante el año. Este año, vuelvo a retomar la costumbre de la reflexión de semana santa.

Ayer (viernes santo), despues de un almuerzo abundante y quizás poco acorde con el espíritu gregario que se dice tener en esta fecha, me puse a leer el diario, surfear en internet y ver tele. Si, todo al mismo tiempo. Resulta  que me acordé tarde que fue el estreno en televisión chilena de la serie hit en gringolandia "La Biblia". Primero me vi la segunda mitad de "En busca de la felicidad" con Will Smith y un par de capítulos de friends, antes de enterarme vía facebook que estaban dando una maratón de la serie de la biblia.
Obviamente todos los buenos canutos (yo soy una pésima canuta, a todo esto) ya habían visto la serie por cuevana y alegaban de lo editado y resumido de la serie, que igual era entretenida y un sin fín de etcétera  En algunas cosas de acuerdo, en otras no. Finalmente en la tarde seguimos comiendo y jugando dominó con la familia, pero esta vez con "La pasión de Cristo" según Mel Gibson de fondo. Gore, bien gore. Tanto, que se me iban los ojos y me distraía del  juego (solo logré ganar una vez).

Entre películas y comida, el viernes santo no se tiñó del talante de introspección ante el sacrificio más grande jamás hecho. Simplemente fui testigo y empaticé con una fe incompleta. Porque lo que mostraron los primeros capítulos de la serie de la biblia fueron el antiguo testamento, terminando en una nota alta con Daniel y sus amigos, estoicos y fieles ante las presiones del rey Nabucodonosor. Daniel dice haber visto a quien iba a ser el salvador, ve un atisbo de esperanza, pero su fe está en ese hilo de esperanza, no en una certeza real.
Luego durante la película de la pasión, no pude imaginarme siendo parte de esas mujeres que acompañaban a jesús, de esos discípulos. Al ver a Jesús siendo torturado, probablemente no estaban pensando en que era un sacrificio sino más bien: "Ese es nuestro amado Jesús  nuestro amigo, nuestro maestro". Me imagino a María con una pena que no me imagino pus es esa de madre que ve como su hijo sufre. Me imagino que pasó por las ideas de los discípulos que Jesús tal vez no era quien decía ser, o que si lo era, algo estaba mal, muy mal. Me los imagino desolados, dueños de una fe incompleta.

Incompleta, pero no menos real. No creo que hayan sido poco sinceros, o que esa fe, por incompleta que fuera, haya sido "errada". Porque nada tiene sentido sin la resurrección. Si bien la cruz es el marco heroico que todas las historias replican una y otra vez (sacrificarse por el más amado o por el bien mayor...Jesús hizo ambos), lo más impresionante es la resurrección. Toda fe es incompleta hasta que Jesús no resucita, hasta que no entendemos que la gracia no es simplemente el sacrificio, sino que hay vida después. Me encanta que una vez resucitado, lo que hizo Jesús fue estar con gente más que hacer. Fue ser Dios más que cualquier otra cosa. Su sola presencia era suficiente.

Si me intriga mucho que no se hable más de esa estadía en la tierra, pero supongo que el punto es precisamente, hacernos saber que nuestra fe puede ser completa una vez que entendemos que el es la esperanza y la vida, una vez que entendemos que esta vivo, es y está con nosotros. A mi me cuesta aún, por eso me identifico mucho con el sentimiento de fe incompleta de aquellos que vieron a Jesús morir. Pero, a diferencia de ellos, yo sé el resto de la historia. Jesús es Dios. Jesús vino y me ama independiente quien sea yo, y cual sea mi trasfondo cultural y social. Y vino a darme vida y esperanza al arrepentirme y volverme a él. Y que eso sólo significa eso, dejar de pensar que hay cosas más importantes que ir a su encuentro amoroso. Quizás suene muy liberal lo siguiente, pero las maneras en que eso se manifiesta en la práctica es lo que delimita nuestra cultura y tradiciones religiosas. Al resucitar, Jesús se dedica a dejar claro que el es Dios, que sus enseñanzas son válidas para todos y que deben ser compartidas con el resto de los seres humanos. Y es ahí cuando nuestra fe, eternamente beligerante, perfectible y con capacidad de crecer infinitamente, se completa. Porque Jesús la completa.

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