Monday, April 05, 2010

¿Semana Qué?

A estas alturas del año me suele bajar un ataque de inspiración y desesperación ante la semana santa. De cómo nos llenamos de rituales que no os recuerdan nada verdadero y la tradición relega el significado de la celebración. Que las miles de cruces y huevitos y peliculas de Jesús no valen de nada si no Él a quien entregamos nuestra vida. Y un largo etcétera.

Este año, estando lejos, fue distinto. No tanto porque yo estuviera lejos sino porque aquí la semana santa pasó desapercibida. Se me olvidaba que, a pesar de todos los trasfondos, los Estados unidos es un país laico. Enchapados en religion, pero aborreciendo cualquier cosa que afecte el sentido de pluralidad y tolerancia, que a fin de cuentas, no es plural ni tolerante.

La semana santa, con mis eternas críticas y todo, aún se siente en Chile y en mi cabeza como una semana especial. Ya sea porque es un fin de semana libre obligado, o porque realmente hay un impulso de parte de todos por descubrir más de Jesús. La tradición impulsa a las iglesias a pensar de maneras creativas, aprovechando la oportunidad para mirar hacia la cruz y escuchar el mensaje de un Jesús vivo aquí y ahora. No siempre, claro está, y al respecto he despotricado de sobra asi que no hace falta decir más.

Por esas cosas de la vida justo suspendieron mis clases el viernes, asi que fue como estar en feriado, pero no para el resto del mundo. Lo aproveché para reflexionar, quizás algo que por mi cuenta no hubiese hecho en casa. Para eso tenemos los servicios del viernes y el domingo. De mucha bendición por lo demás. Esta vez, la indiferencia actuó en mi como un catalizador para recordar a Jesús y volver a predicarme las buenas noticias. Que a pesar de haber estado muerta en vida y merecer la ira eterna de Dios solo por el hecho de ponerme a mí en primer lugar en vez de a Él, Dios es justo y compasivo. Es compasivo porque buscó la forma de que yo volviera al redil, que en mi corazón naciera la esperanza. Es justo porque no se niega a sí mismo y porque el pecado merece un castigo y alguien debía pagar, Jesús vino a la tierra. Jesús, el hjo de Dios se hizo hombre, sufrió, pasó hambre, se enojó, comío, bebió...fue uno de nosotros, y aún más fue como los más desvalidos de nosotros. Aún así, por su inmerso amor sacrificó su vida, pagando por nuestros pecados, en el máximo acto de justicia y misericordia para con nosotros. Y digo que es el mayor porque no se quedó ahí, sino que lo más importante, fue que RESUCITO!! JESUS ESTA VIVO!!

Es esta vida y esperanza la que me mueve hasta ahora, cada día. Y fue un sentimiento tan raro qu esta oportunidad de reflexionar en conjunto sobre algo tan vital para la humanidad pase sin pena ni gloria. Más gente y más flores en la iglesia, más chocolate para todos. Todavía no se si es mejor o peor...me debato entre una tradición desgastada y una inexistente ya que ninguna apunta a lo que verdaderamente celebramos. Igualmente durante estas instancias he sido bendecida.

Mientras mis amigos iban a retiros espirituales u organizaban operaciones de ayuda a los damnificados como una manera práctica de vivir el evangelio, yo meditaba sentada en una banca del jardín. Supongo que lo que tiene el ser viajero es que no se es parte ni de aquí ni de allá, pero la experiencia es lo que se atesora. Finalmente aunque uno se llene de nuevas preguntas, la visión se amplía. La cruz sigué ahí, sin embargo, vacía al igual que la tumba. Y la esperanza, la fe y el amor a la vuelta de una esquina, de cualquier lugar.

Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,

6el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,

7sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.

8Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre,

10para que al nombre de Jesús SE DOBLE TODA RODILLA de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra,

11y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Filipenses 2:5-11

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